La historia de la
Antigua China suele dividirse en dos épocas: etapa preconfuciana y confuciana,
generalmente la caracterizan una estructura social rígidamente jerarquizada y
autoritaria, con tendencia al formalismo ritual y legalista; reinaba el sentido
pragmático y utilitario sobre el estético, lo cual se demuestra en la ausencia
de idealismo en el arte y en un notable desarrollo de la industria y la
agricultura; un sistema administrativo, político y burocrático sobre el sentido
religioso, lo que contrasta con la cultura hindú marcada con un profundo
sentido religioso de la vida, es así como lo chinos destacan poco por su
sentido religioso y trascendente, aún así se dio una especie de politeísmo
jerarquizado donde en el cúspide se encontraba el dios Cielo, el cual desempeña
un papel decisivo en la conciencia moral del pueblo chino, dentro del
politeísmo existía también la conocida
doctrina del Tao “taoísmo”; la tendencia al aislacionismo pues el pueblo chino
con frecuencia se ha bastado a sí mismo gracias a la extensión y fertilidad de
su suelo y finalmente se caracterizan por su temperamento paciente, meticuloso
y cortés, por su visión antropocéntrica de la vida donde el hombre formaba
parte con la tierra y el cielo una especie de trinidad natural.
La época clave fue el periodo
de Kongfou-Tseu, maestro Kong mas conocido como Confucio (siglo VI a. de C),
hombre de excepcionales ideas, de talante tradicionalista y conservador,
cortés, meticuloso, culto e imparcial, con un notable sentido práctico y
organizador y con excelentes condiciones para la enseñanza. Desde su llegada a
la vida pública, destacó entre los demás y de hecho fue el máximo representante
del pensamiento, la forma de vida y de la educación del pueblo chino durante
siglos.
El concepto de la
educación, para Confucio y su discípulo Mencio es un proceso de reconocimiento
de la realidad de las cosas y del hombre tal y como es (creen que la naturaleza
del hombre es radicalmente buena), que se logra con el fortalecimiento de una
serie de impulsos innatos, ésta educación se iniciaba en el reconocimiento y la
aceptación sincera de uno mismo, por que solo de esta forma es posible llegar a
conocer y a seguir la naturaleza que le ha sido otorgada por el dios Cielo a lo
hombres, y tiende de modo espontáneo hacia lo bueno y lo justo. La mala
educación es por el contrario la consecuencia de la perversión de la naturaleza
humana, cuyo origen sería el abandono de uno mismo, bien por dejadez personal o
bien ante la presión del ambiente. El resultado sería un desequilibro interior,
causado por el predominio inmoderado de unas partes de la naturaleza sobre
otras, que llevaría al hombre a actuar mal.
El papel del maestro es
secundario pues se entiende la educación como un proceso de autodesarrollo
subordinado a la naturaleza, que se inicia en el interior del educando, que es
quien ha de reclamar y aceptar con sinceridad la ayuda exterior del educador.
Es así como la figura del educador no puede educar sino orientar, dar reglas
exteriores y estimular la acción expansiva de la energía interior del
discípulo.
La antigua educación
china se perseguía tres objetivos: uno de carácter “ético” que hace referencia a la consecución de la piedad
filial y a la adquisición de virtudes en general; otra objetivo “intelectual”
que apunta a la cultura y el saber; y finalmente un tercero de naturaleza
“biológica”, relativo a la crianza física. La vida moral del hombre y la piedad filial eran consideradas como
fundamento y raíz de las virtudes:
” Difundir el amor
– afirma Confucio – empezando por los
padres, es enseñar al pueblo la concordia, establecer el respeto, empezando por
los superiores, es enseñar al pueblo la obediencia; cuando el pueblo posee la
piedad filial y la obediencia a sus
superiores, entonces será fácilmente gobernado”.
Existía un tipo ideal
de perfección que se identificaba con la figura de Kiun-Tsé o Chun-Tzu,
“caballero, “hombre superior”, que expresa el fin de a educación realizado en
un tipo ideal de perfección. Un hombre ideal reúne características como la
nobleza, ser bueno, cortés, amable, comprensivo con los demás y exigente
consigo mismo, sereno, moderado y preciso con sus palabras, coherente y
ardiente en sus acciones, es sobrio y templado, amante de la sabiduría y del
estudio, y consciente del valor de la eficacia de la ejemplaridad. No es triste
ni temeroso. En la juventud se guarda de la sensualidad, en la madurez de la
soberbia, y en la senectud del egoísmo y la avaricia. De lado contrario
encontramos a Siao-yun, el hombre vulgar, carente de educación y modales.
Lo más destacable es
que según Confucio, la condición de hombre ideal solo se adquiere por esfuerzo
y mérito personales: es nobleza personalmente conquistada.
El contenido y fuentes
de la educación las encontramos en un cuerpo de materias o seis artes que tenían
por objeto la formación moral a través de la música y la ceremonia los cuales
se consideraban los pilares de la educación y se ordenaban a la consecución de
la virtud de humanidad; la formación física que incluía tiro al arco y
conducción de carros de guerra; y la formación intelectual que se concretaba
con el aprendizaje de la escritura y las matemáticas. Los contenidos estaba
prescritos en diferentes obras que no tenían carácter sagrado pero que se
consideraban clásicas o canónicas, es decir se trataba de una recopilación de
las viejas tradiciones, de una restauración y reelaboración de la sabiduría
tradicional realizada por Confucio y sus discípulos con fines morales y
pedagógicos.
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